Hace pocos días celebramos el segundo almuerzo-debate organizado por los diplomados del primer Postgrado de Inteligencia Económica y Seguridad (PIES), instituido por el Aula de Liderazgo Público de MAS Consulting y la Universidad Pontificia Comillas. En esta ocasión tuvimos la ocasión de escuchar y debatir activamente con el Secretario de Estado de Comercio del Gobierno de España, D. Jaime García-Legaz, cuya intervención se centró de forma casi monográfica en la Inteligencia Económica.

Personalmente, dada mi preocupación por el tema, me produjo una gran satisfacción comprobar que una persona que ocupa un cargo de responsabilidad en la Administración española conoce muy bien el fondo y la forma del tema, algo no muy habitual,  y lo explica con naturalidad, sin ambigüedades. También me agradó bastante el escuchar de primera mano que existe la voluntad política de avanzar en la implantación en España de un sistema de Inteligencia Económica que refuerce la acción del Estado y apoye al tejido empresarial.

Dado el seguimiento permanente que llevo a cabo sobre este asunto, ya conocía el interés del Secretario de Estado por impulsar determinados aspectos de la Inteligencia Económica  como muestra la creación de un Consejo de Orientación Estratégica del ICEX (España Exportación e Inversiones; entidad pública empresarial de ámbito nacional), en cuya reunión preliminar celebrada en Madrid el pasado mes de julio se abordaron acciones en este domino con objeto de impulsar y dinamizar la internacionalización de la economía española, tanto por parte de la Administración como por el sector privado.

Una de las manifestaciones que me sorprendió de su intervención y posterior debate fue su mención al “lobby” como elemento o componente principal de las actividades de la Inteligencia Económica. Esta afirmación, que normalmente pudiera parecer algo obvio, no lo es tanto si nos situamos en el marco de la España actual donde, por desgracia, aparecen con demasiada frecuencia informaciones sobre corrupción creando un clima de inquietud y desengaño en la ciudadanía y una desconfianza que se generaliza, aplicándola erróneamente a toda la clase política.

En este ambiente enrarecido hablar de lobby o de acciones de influencia, por expresarlo en la lengua de Cervantes, conduce fácilmente a una asimilación inmediata con corrupción, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, etc. Y esta equiparación aplicada a las actividades de la Inteligencia Económica está muy lejos de ser exacta.

En un post anterior me refería a que la práctica de la Inteligencia Competitiva se basa en principios éticos y legales; lógicamente esta afirmación es igualmente cierta y válida para la Inteligencia Económica. Haciendo abstracción de la semántica y de las múltiples definiciones de ambos conceptos, es innegable que estas disciplinas realizan actividades para obtener, analizar y difundir información e inteligencia estratégica en apoyo a la toma de decisiones siempre en estricto respeto a la legalidad y la ética.

Una vez escuchado lo expuesto por el Sr. García-Legaz, contribuyo a apoyar sus manifestaciones insistiendo en mis múltiples afirmaciones sobre estas prácticas: las acciones de influencia, de lobby, son elementos fundamentales del proceso de la Inteligencia Económica y Competitiva, como lo son también las de seguridad y protección de la información estratégica de las organizaciones, siempre que se rijan por los mencionados principios de legalidad y ética.

Aprovecho la oportunidad para animar a los organizadores de estos dos primeros eventos, así como al conjunto de diplomados del PIES que impulsan este tipo de actividades, a continuar por esta vía que nos permite conocer la opinión de personas de prestigio, quienes además ocupan cargos de responsabilidad, y también debatir de forma próxima, sin protocolos, ampliando así las posibilidades que se nos ofrecen para ayudar a difundir y practicar la cada vez más necesaria cultura de Inteligencia Económica y Competitiva, desde lo público a lo privado y de forma transversal en cualquier nivel de decisión.