Hasta ahora, después de más de dos meses de vida del blog, no he hablado de innovación o lo he hecho de soslayo a pesar de que el término forma parte del título de esta bitácora. La razón de no hacerlo se debe a que he ido publicando de acuerdo con hechos sucedidos en mi entorno y, desgraciadamente, en lo tocante a innovación pocos son los acontecimientos relevantes.

Ahora, en un breve respiro entre noticias y eventos, aprovecho para exponer algunas ideas sobre el concepto y la a mi entender incorrecta utilización del término. Tales ideas han sido expuestas en múltiples ocasiones pues son parte de un amplio debate, ornado de sentimientos y opiniones encontradas, que no quiero evitar pues sería difícil hablar en este blog de innovación sin haber expresado con anterioridad mis reflexiones personales al respecto.

En primer lugar me referiré a una interpretación muy generalizada del término que considero errónea; es habitual asimilar innovación con la invención o desarrollo de nuevos productos, noción que considero muy limitada y restringida para definir un concepto multidimensional. Y esta no es solamente una opinión personal; consultando el Manual de Oslo (2005) puede obtenerse una interpretación de la OCDE, de marcado carácter económico:

“Innovación es la introducción de un producto (bien o servicio) o de un proceso, nuevo o significativamente mejorado, o la introducción de un método de comercialización o de organización nuevo, aplicado a las prácticas de negocio, a la organización del trabajo o a las relaciones exteriores”

Es decir que no se trata solamente de productos; también se innova en procesos, métodos, etc. Además, considerando otros contextos, no económicos o de producción, no debe olvidarse que existen otras formas de innovar, como es el caso de las transformaciones culturales y sociales que se están introduciendo actualmente, generando avances en la sociedad de la información en su camino hacia la digitalización, sin que exista en muchas de ellas un componente científico o tecnológico, dando origen a un nuevo concepto al que Javier Echeverría denomina “innovación sin ciencia

Apoyándome en este último término introduciré la segunda de mis reflexiones al respecto, referente a la que considero excesiva ligazón de la innovación a la I+D. Si analizamos la expresión I+D+i como si se tratara de una ecuación podemos constatar que en la interpretación actual del sumatorio el orden de sumandos si altera la suma ya que, como normalmente se afirma que no hay innovación sin I+D (y por tanto sin ciencia), la conclusión es que la ecuación es lineal y de una sola dirección; de izquierda a derecha.

Alineándome con las tesis de Echevarría considero que esto es un error, agravado por la utilización en minúscula de la última letra a la que parece asignarse una importancia menor. Estoy convencido de que si bien la Investigación y el Desarrollo (sumadas o no sus iniciales) son necesarias y principales, no lo son en todos los casos, pues ni siempre es necesario hacer I+D para innovar, ni el hecho de efectuar grandes inversiones en I+D garantiza la capacidad de innovar.

Esta afirmación puede sustentarse con múltiples datos, como por ejemplo los del informe “Empresas innovadoras y competitividad” publicado el pasado mes de febrero de 2013 por la Federación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) basándose en la  Encuesta sobre Innovación en las Empresas publicada por el Instituto Nacional de Estadística de España donde se concluye lo siguiente: “la innovación, incluso en momentos de crisis, es un elemento clave de competitividad”.

Hace un par de años en una entrevista publicada en el Boletín trimestral de ASIMELEC me refería a las TIC como una de las soluciones para superar la crisis económica actual por ser fuente de innovación y mejora de la competitividad, factores claves para el desarrollo. Hoy, en una época de recortes generalizados, a veces discriminatorios, no solamente mantengo la misma opinión sino que me reafirmo en ella y para cualquier sector:

“hay que invertir en ciencia, en investigación y en tecnología, pero también hay que hacerlo en conocimiento y talento, elementos principales sin los cuales no puede haber  innovación”