La semana pasada una noticia socioeconómica y tecnológica acaparó las portadas de los principales medios de difusión: “Facebook adquiere WhatsApp por 19.000 millones de dólares”. Desde entonces, en un breve período de tiempo, se ha escrito mucho sobre las bondades o los errores de tal compra pero casi siempre en términos financieros, evaluando el negocio y los potenciales beneficiarios, olvidando que detrás de las cifras millonarias de dólares y de usuarios existen otros tema igualmente relevantes o preocupantes como puede ser el caso de la privacidad.

Si bien tengo mi opinión sobre las repercusiones financieras de esta compra estimo que este blog no es el lugar adecuado para exponerla; sin embargo, pensando en el gran número de habitantes de la cibersociedad que utilizan los servicios de ambas compañías decido plantear aquí algunas reflexiones personales sobre su impacto en los usuarios.

Recordemos que WhatsApp es un servicio de mensajería móvil multiplataforma creado en 2009 que actualmente cuenta con unos 450 millones de usuarios los cuales envían más de 50 mil millones de mensajes diariamente. ¿Qué razones pueden aconsejar la compra por tan elevada suma de una compañía que cuenta con 55 empleados y tal número de usuarios cuando quien la adquiere tiene unos 5.000 empleados y más de 1.200 millones de usuarios? ¿Qué están comprando exactamente?

La decisión de Facebook es claramente estratégica con un enfoque que puede estimarse tanto defensivo como ofensivo. En el primer caso se trataría de eliminar (por absorción) a un eventual adversario, impidiendo además que pase a manos de otros competidores. Pero también se adopta una posición más agresiva incorporándose al sector de la mensajería móvil de la mano de una de las aplicaciones más populares y utilizadas aumentando así la presencia de la red social que ya había alcanzado una cierta hegemonía en el ámbito de los equipos «de escritorio».

Evidentemente el tema no es tan simple; existen otras múltiples razones para justificar o evidenciar el acierto o error de la operación. Podríamos hablar en términos financieros, de negocio, del valor de cada compañía o del precio por usuario pagado por Facebook, estimado en unos 42 dólares. Sin embargo prefiero orientar mis reflexiones a otros aspectos que preocupan desde una perspectiva de usuario.

En este tipo de transacciones financieras donde se ven involucradas compañías u operadores que funcionan en redes sociales suele olvidarse un aspecto de especial importancia ¿Cuánto valen los datos de los usuarios?

Cuando nos adherimos a servicios tipo WhatsApp no lo hacemos gratis, y no me estoy refiriendo a los 89 centavos de dólar anuales que algunas personas (no todas) abonan por la suscripción. Si leemos detenidamente las Condiciones o Términos de Uso, algo que no es habitual hacer, observamos…

……as well as the phone numbers of third parties whom you wish to use the Service with…..

Esta primera condición, por otra parte lógica, significa que al proporcionar nuestro número de teléfono estamos ya “prestando” nuestros datos, algo que en circunstancias normales no calificaríamos como “gratis”

Pero eso no es todo; sigamos leyendo:

…..When providing your phone number, you must provide accurate and complete information. You hereby give your express consent to WhatsApp to use the phone numbers you provide for use in providing you access and use of the Service. …. 

Es decir que además de tener que proporcionar información precisa y completa también damos a WhatsApp el consentimiento expreso para que utilice otros números de teléfono. Y lo hacemos gratis.

Entonces es lógico pensar que cuando Facebook adquiere WhatsApp también lo hace con los datos de sus usuarios logrando así el enorme potencial de poder fusionarlos con los obtenidos por la red social. Tal duda trata de ser aclarada por ambas compañías cuando se apresuran a afirmar que WhatsApp seguirá siendo autónomo y operará de forma independiente sin ser absorbido por Facebook .

En este sentido ya han surgido voces en contra de la operación, como por ejemplo la del regulador alemán, Thilo Weichert, quien aconseja a los usuarios de WhatsApp que busquen otras alternativas más seguras a este servicio, o la de Jacob Kohnstamm, el hasta el 27 de febrero Presidente del denominado WP 29 o GT 29 de la Unión Europea (Art. 29 Working Party o Grupo de Trabajo del Artículo 29) sobre la protección de las personas en relación con el tratamiento y la libre circulación de los datos personales. En declaraciones públicas Kohnstamm ha manifestado su preocupación indicando que los 28 organismos europeos reguladores de la privacidad podrían iniciar una investigación sobre las consecuencias de la adquisición.

Otro temor, no infundado, hace referencia a la posible inclusión de publicidad en WhatsApp, También en este caso ambas compañía tratan de reaccionar asegurado que continuará sin anuncios manteniendo los principios que se impusieron en su nacimiento: “No Ads! No Games! No Gimmicks!» es decir, sin publicidad, sin juegos y sin “artilugios o gadgets”.

Sin embargo existe un precedente que evidencia lo contrario, donde casualmente también estaba implicado Facebook; cuando esta red social compró Instagram, un servicio de intercambio de fotografías y vídeos, adquirido en 2012 por cerca de 1.000 millones de dólares cuando tenía unos 27 millones de usuarios, afirmó que no incluiría publicidad. Año y medio más tarde la introdujo cuando el servicio de Instagram había alcanzado una cifra de 150 millones de usuarios ¿Podría repetirse el caso en WhatsApp?

Volvamos otra vez a las Condiciones de Uso:

 ….WhatsApp reserves the right to amend or modify these Terms of Service at any time, and it is your responsibility to review these Terms of Service for any changes. Your use of the WhatsApp Service following any amendment of these Terms of Service will signify your assent to and acceptance of its revised terms.

O sea que WhatsApp puede cambiar las Condiciones de Uso sin necesidad de informar al usuario, el cual cada vez que utiliza el servicio está aceptando unos cambios que posiblemente no conozca. ¿Podría darse el caso de un cambio importante con motivo de la compra por parte de Facebook? ¿Y debería aceptarse sin aviso previo solamente por el simple hecho de utilizar la aplicación?

Demasiadas preguntas abiertas que no encuentran respuesta satisfactoria en las diferentes declaraciones públicas de responsables de ambas compañías. El tiempo dará o quitará razones pero mientras tanto deberían esclarecerse las dudas razonables que surgen en los usuarios respecto a una operación de esta magnitud, en especial cuando se trata de dos compañías no sujetas a la legislación española ni europea en materia protección de datos, haciendo temer por nuestra privacidad.