Uno de los principales motivos de preocupación en la actualidad de padres, tutores y educadores se corresponde con la utilización de las redes sociales por parte de niños y adolescentes, muchas veces desconcertados preguntándose qué posición adoptar con ellos.
En un artículo que publiqué hace algún tiempo en esta misma bitácora (“Las redes sociales en la infancia; uso o prohibición”) reflexionaba sobre cómo este fenómeno social afecta no solo a los adultos si no que el acceso a Internet se produce a edades cada vez más precoces. Ante las diferentes reacciones y comentarios al mismo me propuse ampliar mi análisis a otros períodos de nuestra vida, pero, al no poder dedicar al blog todo el tiempo que quisiera, he ido publicando influido por la actualidad por lo que la idea quedó en el olvido.
Ahora llega a mis manos una iniciativa de Facebook, en colaboración con la Asociación GSIA (Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia), titulada “Piensa antes de compartir”, cuya lectura reaviva mi intención y me orienta a dedicar este post a iguales consideraciones pero esta vez respecto a los adolescentes.
Desde tiempos remotos los humanos a lo largo de su vida han actuado representando su propio papel en dos escenarios, diferentes, pero no antagónicos: el público y el privado. Mientras que en el primero no se actúa de forma reservada sino como individuos sociales, relacionándose con el entorno, en el segundo se trata de aislarse centrándose en la vida privada.
En la escena privada cada uno define sus límites, con diferencias propias de cada cultura y tradición, y trata de protegerlos contra todo tipo de intervención con medidas como las que se recogen en la Declaración universal de los derechos humanos de Naciones Unidas o en la Constitución española, cuyo artículo 18 garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
El papel en el escenario público comienza normalmente a representarse al llegar a la adolescencia, aproximadamente a partir de los 12 años, cuando se empieza a crear la propia identidad, tratando de definirse como individuos, buscando sus propios espacios donde relacionarse y experimentar los cambios físicos, psicológicos y emocionales que sobrevienen.
Con el advenimiento de la sociedad digital, la gran difusión de las oportunidades proporcionadas por la Web social (o 2.0), en particular las redes sociales, ha simplificado sobremanera esta búsqueda de espacios pues entornos como Facebook y redes similares facilitan conocer nuevos amigos, entrar en contacto virtual o real con ellos y descubrir sensaciones y vivencias diferentes a las que hasta entonces les había proporcionado su actuación limitada a la esfera privada.
Habitualmente en la adolescencia se ha tratado de mantener tales espacios alejados de los adultos y en el mundo virtual continúa siendo así, pues cuando los padres o tutores aparecen o intentan aparecer en ellos los adolescentes procuran ocultarse tratando de proteger su intimidad. Pero esa protección solo se extiende a los próximos dado que la tendencia es transmitir gran parte de lo privado a lo público, utilizando principalmente las redes sociales, creando una especie de identidad digital que se corresponde en parte con la privada y paradójicamente se comparte con una relativa ostentación o exposición.
Y aquí se halla realmente el peligro: en la exposición. Las redes sociales no son más peligrosas que cualquier otro espacio donde los adolescentes se relacionan y descubren su propia identidad. Facebook, Instagram o Snapchat, por citar alguna de las redes preferidas por los adolescentes, son lugares seguros donde no hay peligro en visitarlos; la inseguridad deriva del uso que se hace de ellos.
Tanto ellos como los adultos, quienes muchas veces se exponen más que los adolescentes, deben ser conscientes que la información circula de modo global, a gran velocidad y en ocasiones de forma incontrolada por lo que cuando se difunden comentarios, fotos o vídeos en lugares desconocidos o inseguros se están exponiendo a múltiples peligros con repercusiones graves que es necesario conocer y de los que deben protegerse.
La iniciativa promovida por Facebook se ocupa precisamente de estos peligros y presenta los resultados de una encuesta realizada entre jóvenes de 14 a 18 años que muestra que son conscientes de los riesgos asociados a las redes sociales e incluso de las herramientas adecuadas para protegerse de ellos. También incluye una guía de protección donde se proponen entre otras las siguientes medidas:
- No compartir contraseñas con nadie.
- Aceptar solicitudes de amistad únicamente de personas que conozcan.
- No publicar contenido que no se querría que vieran padres, profesores, etc.
- Ser auténtico y uno mismo.
- Comprobar y revisar periódicamente las configuraciones de privacidad.
Considero esta iniciativa de gran interés, por lo que felicito por ello a Facebook y a la Asociación GSIA, recomendando su lectura e incluyendo al final de este artículo una infografía de la misma realizada por Facebook, evitando así alargarlo innecesariamente. Y esta recomendación la hago con conocimiento de causa pues, a pesar de que por mi edad estoy bastante alejado de la adolescencia, también estoy próximo a ella por convivir con Marta, mi adolescente preferida, y conocer de primera mano opiniones, inquietudes y valoraciones sobre lo que representan las redes sociales en esa época tan ilusionante y compleja de nuestras vidas.
Apoyándome en la opinión de Natalia Basterrechea, Directora de Asuntos Públicos de Facebook España, quien destaca la importancia de que unamos fuerzas para seguir ayudándoles a hacer un uso de Internet cada vez más responsable, finalizo el post expresando mi convencimiento de que, al igual que en el caso de la infancia, es labor de todos, padres y educadores, fomentar el uso responsable de estos modernos espacios de socialización evitando en ellos la sensación de vigilancia o control, creando relaciones de confianza para que sepan que pueden contar con nosotros cuando tengan dudas y sean conscientes de que estas tecnologías sirven además como complemento de su búsqueda de identidad al facilitar el aprendizaje y la obtención de conocimientos.
Muy interesante artículo, Fernando.
Como educador en ejercicio que soy, quiero destacar la conveniencia/importancia/necesidad de educar en el buen uso de las RRSS y de los medios digitales en general. Observo que bastantes personas que comparten la necesidad de educar lo hacen prioritariamente, y casi exclusivamente, desde la prevención de los peligros y rara vez desde el descubrimiento de oportunidades que representan. Es algo así como si al aprender a conducir, el peso fundamental de la formación se centrase principalmente, más que en el aprendizaje del uso satisfactorio del coche, en los peligros.
Comparto con los lectores de tu blog la reciente publicación del libro «Libro: “#Socorro! ¿qué hace mi hijo en las redes sociales? – Educar en el buen uso de las redes sociales“ que he tenido el placer de prologar.
Saludos cordiales,
JF
Excelente articulo, pero en realidad las redes sociales han cambiando e innovando a los adolescentes; ya sea para hacer tareas o simplemente por diversión, sin embargo estoy a favor de que es peligroso y que siempre necesitamos tener mucho cuidado al utilizarlas. Mientras que los adolescentes somos mas vulnerables a este tipo de decisiones. Me agrado el articulo, gracias.