En la ceremonia de concesión de los premios Oscar 2015 celebrada la pasada noche (madrugada en España) la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas otorgó el premio al mejor guión adaptado al film “The imitation game” (“Descifrando Enigma” en su versión española) que relata de forma más o menos fidedigna las aventuras y desventuras de Alan Turing en la época en que contribuyó a descifrar los códigos secretos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial
El guión premiado narra el período de la vida de este matemático que abarca desde que al principio de la contienda fue incorporado a las instalaciones de la Government Code and Cipher School (GC&CS), de la Inteligencia militar británica, situadas en la pequeña villa de Bletchley Park, a unos 80 kilómetros de Londres, hasta su muerte acaecida en 1954.
Lo que no se recoge en la película es que con anterioridad a este hecho Alan Turing ya había destacado por su labor científica e investigadora en particular cuando en 1936, con tan solo 24 años de edad, presentó su teoría sobre el concepto de «máquina universal» donde afirmaba que por medio de un dispositivo electromecánico es posible establecer un vínculo entre la algoritmia (base de la informática) y los tratamientos mecánicos (base de los dispositivos automáticos actuales), razón por la cual se considera a esta máquina como uno de los primeros modelos teóricos de los ordenadores actuales.
En la CG&CS trabajó junto a un grupo de brillantes científicos en un programa denominado Ultra cuyo objetivo era controlar y descifrar los mensajes codificados por medio de la máquina Enigma considerada hasta entonces como inviolable. Para conseguirlo Turing diseñó y experimentó durante dos largos años un aparato electromecánico, conocido como la “Bomba» o «Bomba Turing”, donde introdujo un importante cambio al pasar del enfoque tradicional utilizado hasta entonces, que se basaba en tratar de reconstruir claves de cifra, por otro más acorde con sus trabajos anteriores.
En este sentido el equipo de Turing utilizaba la Bomba explorando los mensajes generados por Enigma (que podían cifrarse por medio de 10 elevado a 16 combinaciones diferentes) para comparar con el texto codificado aquellos patrones de texto en claro («cribs» en su jerga) que fueran fáciles de identificar por estar construidos con frases comunes (direcciones, destinatarios, etc.) y otras rutinas usuales en los ejércitos alemanes.
Después de algunos éxitos iniciales, y también fracasos, en 1941 sus esfuerzos se vieron recompensados pues la Bomba se mostró capaz de descifrar las comunicaciones alemanas en un plazo de algunas horas, principalmente las realizadas entre el Estado Mayor y su flota de submarinos en el Atlántico, la cual, en el intento de bloquear al Reino Unido, estaba causando grandes pérdidas en los convoyes mercantes que suministraban recursos vitales. Algunos historiadores afirman que este hecho contribuyó a acortar la guerra en más de dos años.
Esta aportación de Alan Turing favoreció la puesta en valor de la Inteligencia de señales y de comunicaciones (SIGINT y COMINT) y a mostrar la importancia de la seguridad de la información, asunto este de tanta importancia en nuestros días como muestran los casos de Wikileaks y Snowden.
Finalizada la contienda Turing continúa investigando sobre un proyecto avanzado de ordenador, haciendo evolucionar los conceptos de programación, y aproxima los principios de la Inteligencia Artificial proponiendo, en un artículo publicado en 1950 (Computing Machinery and Intelligence), el conocido como Test de Turing con la idea de conocer y reconocer si una máquina puede imitar el pensamiento humano y en consecuencia ser considerada como “inteligente“.
Pero esta brillante aportación a la Ciencia se ve truncada cuando en 1952 es condenado a dos años de prisión por «indecencia manifiesta», argumentando su homosexualidad, sentencia que pudo evitar al someterse a la castración química pero con consecuencias terribles tanto físicas como psíquicas el ser marginado por la comunidad científica. Finalmente en junio de 1954, a los 41 años de edad, puso fin a su vida, según la tesis oficial, ingiriendo una dosis de cianuro parte de la cual fue encontrada en una manzana a medio comer, circunstancia que ha dado lugar a todo tipo de leyendas e interpretaciones.
Habrá que esperar hasta este siglo cuando el año 2009 el Primer Ministro británico Gordon Brown pidió disculpas públicamente por el trato ‘inhumano’ que recibió Alan Turing por parte de las autoridades británicas de la época y posteriormente, ya en diciembre de 2013, un año después del centenario de su nacimiento, la Reina Isabel II emitió un indulto por prerrogativa real.
Finalmente Alan Turing ha pasado de la oscuridad a la luz recibiendo después de varias décadas un reconocido homenaje; ahora, gracias a la película The imitation game y la popularidad de los premios Oscar, ha obtenido otra recompensa al ser conocida su figura y su obra por el gran público, entrando así definitivamente en la Historia.
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