Una de mis aficiones, a las que dedico algún tiempo siempre que puedo, consiste en hacer búsquedas en la Web (visible o invisible, superficial o profunda) con especial énfasis en temas de mi interés. En una de ellas, esta misma mañana he tenido la oportunidad de ver un video publicado en la revista electrónica “Le Point.fr” donde en una entrevista a Julian Assange, fundador de Wikileaks, este acusa a Google de proporcionar información a la CIA, como ya lo había hecho en otra entrevista anterior, en el mismo medio, acusando también a Twitter y Facebook de estar “a las órdenes” de Washington.

Hace tiempo que tenía yo aparcado el asunto Wkileaks y las “aventuras y desventuras” de Assange, pues desde que se refugió en la Embajada de Ecuador en Londres su affaire parecía encontrarse en una especie de “stand by” informativo alterado solamente por un goteo de noticias sobre el juicio del conocido como “soldado Manning” o la publicación del libro “Cypherpunks: Freedom and the Future of the Internet” del cual Assange es coautor junto con J. Appelbaum, A. Müller-Maguhn y J. Zimmermann, sin olvidar su anuncio de presentarse candidato al Senado australiano en las elecciones de 2013, efectuado precisamente por medio de un twett en Twitter (¿?).

Pero al ver el vídeo quedé “atrapado” por sus referencias a las redes sociales, no solamente como instrumento de poder, sino también como fuente de obtención de información, y decidí publicar algo al respecto. Cualquier experto, incluso aficionado a temas de inteligencia, conoce la importancia de obtener información de fuentes abiertas, lo que técnicamente se conoce por OSINF (del mal uso y abuso del acrónimo OSINT hablaré en otro post) razón por la que no puede extrañar que la CIA, como cualquier otro servicio o entidad de inteligencia (pública y privada) haga un uso intensivo de los ingentes volúmenes de información que proporcionan los buscadores y las redes sociales. Lo extraño sería que no lo hicieran.

Algunos opinan, opinamos, que la mayor parte de la información a utilizar para producir inteligencia es OSINF lo cual, al aumentar considerablemente el numero de quienes pueden disponer de ella, concede mayor valor a aquellos que son capaces de buscar, extraer, poner en contexto y analizar la información. Es decir, a los analistas de inteligencia, al factor humano.

En este contexto me vienen a la memoria los comentarios del filósofo y semiólogo italiano Umberto Eco publicados en el diario francés Liberation cuando al hablar del affaire Wikileaks decía: “En otro tiempo, la prensa trataba de comprender lo que se tramaba en el secreto de las embajadas. Ahora, son las embajadas quienes piden informaciones confidenciales a la prensa” Eco no habla de inteligencia, ni de OSINF u OSINT, pero las conclusiones a obtener son similares.

El propio Assange ha hecho y hace uso intensivo de las redes sociales cuando le interesa; solamente es necesario realizar una mínima búsqueda en la Web para ver que las mencionadas entrevistas pueden encontrarse en las cuentas de Wikileaks en Facebook y en Twitter y que en Google aparece todo tipo de información sobre este tema, incluyendo las declaraciones del soldado Manning durante el juicio por su responsabilidad en las filtraciones de información diplomática clasificada a Wikileaks, así como el polémico vídeo “Collateral Murder» sobre el ataque de helicópteros estadounidenses en Bagdad donde fallecieron dos reporteros de la agencia Reuters.

Analizando las diferentes declaraciones se observa una sucesión cronológica alimentada por las intenciones del autor y la utilización de los medios a los que critica, donde aparece siempre con una imagen controvertida de héroe o traidor, ángel o demonio. Hoy es Google, ayer fueron Twitter y Facebook y mañana será otra, aumentando un poco más la intensidad y arrojando una mayor sombra de duda.

No debe entonces extrañar que hace unos meses concediera una entrevista a un diario argentino (Página 12) donde catalogaba a Facebook como “algo abominable y extremadamente peligroso que pone literalmente millones de horas de trabajo gratuito al servicio de la CIA” a la vez que opinaba que “respecto a Twitter soy más optimista” poco antes de que saliera a la luz el mencionado libro “Cypherpunks” en el cual se afirma que «Internet es el mas temible auxiliar del totalitarismo que jamás se ha conocido; es una amenaza para la Humanidad». (¡que satisfacción deben producir estas frases en los regímenes totalitarios donde el uso de Internet está controlado, si no prohibido!).

El libro se publica en Francia en la segunda quincena de marzo de 2013 bajo el título de “Menaces sur nos libertés” y justamente en las semanas anteriores aparecen en ediciones digitales y en Youtube varias entrevistas, principalmente en medios franceses. En pura estrategia empresarial este es un ejemplo típico de Inteligencia Competitiva sobre cómo aprovechar las amenazas (para la Humanidad) y convertirlas en oportunidades.

Las redes sociales, como cualquier otro medio de comunicación y difusión masivas, son lógica y fácilmente manipulables y susceptibles de ser  utilizadas en beneficio de grupos de opinión o presión; pero afirmar que la CIA, el FBI, Whasington, etc., son quienes las controlan parece muy aventurado. Si como asegura Assange las instituciones estadounidenses tienen suficiente poder para «eliminar las voces discordantes» o «para obtener sistemáticamente una gran cantidad de información amparándose en el pretexto de proteger la «seguridad nacional«», estimo conveniente  conocer la posición de las otras partes implicadas en este asunto.

Como muestra utilizaré el caso de Google; esta organización publica semestralmente un denominado Informe de Transparencia con el objeto de “divulgar la cantidad de solicitudes que recibimos de los propietarios de derechos de autor y los organismos gubernamentales para que retiremos información de nuestros servicios.”

Examinando la última versión conocida de dicho informe se puede observar que, efectivamente, Google reconoce que, al igual que otras empresas de tecnología y comunicaciones, recibe con frecuencia solicitudes de organismos gubernamentales y de tribunales de todo el mundo para que retire contenido alegando, por ejemplo, algún tipo de difamación o por infringir la legislación local.

Respecto a los Estados Unidos, en el Informe de Transparencia se expresa que de enero a julio de 2012 se recibieron cinco solicitudes gubernamentales y una orden judicial para que se retirasen siete vídeos de YouTube porque se criticaba a organismos gubernamentales, a organismos públicos encargados de velar por el cumplimiento de las leyes o a funcionarios públicos locales y estatales. Las peticiones fueron desestimadas y no se retiró el contenido.

Veamos el caso de China; durante el período en el que la empresa Google operó como google.cn, sus resultados de búsqueda estuvieron sujetos a censura por parte de los organismos gubernamentales responsables de la regulación de Internet. Las autoridades chinas consideran que las peticiones de censura son secretos de estado, por lo que no es posible divulgar información sobre las solicitudes de retirada de contenido (así puede entenderse que Google se retirara parcialmente de China en 2010)

Utilizaré estos dos ejemplos para formular públicamente una pregunta a la que no encuentro una clara respuesta: puede que sea cierto, es legítimo pensarlo, que existe el peligro de que “el poder” utilice el contenido de conversaciones que deben mantenerse confidenciales (como afirma Assange en su acusación). Pero ¿no es igual de peligroso que esta misma utilización se haga desde fuera de “el poder” como fue el caso de Wikileaks donde se utilizó también información privada y confidencial?

Finalizo el post volviendo a citar a Umberto Eco, quien en el mismo artículo dice: “El poder controla a cada ciudadano, pero cada ciudadano, o por lo menos el hacker (elegido como el vengador del ciudadano) puede conocer todos los secretos del poder” Mi opinión personal es que esta afirmación muestra una realidad cotidiana del mundo ciber y las oportunidades que ofrece a los ciudadanos, pero puede tener también una lectura negativa: ¿Quién detenta realmente el poder en Internet y, en consecuencia, quien nos controla?

Me manifiesto firme partidario de conjugar en Internet, como en cualquier otro espacio, seguridad, privacidad y libertad, pero para todos y en todas direcciones.