Pasado un año desde la declaración por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la pandemia provocada por la expansión a escala mundial del nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2, que produce la enfermedad COVID-19, parece tiempo suficiente para poder deducir algunas conclusiones sobre su impacto en diferentes aspectos de la necesaria transformación digital a los que dedicaré algunos artículos, comenzando en este por uno de los mas repetidos en este período: el teletrabajo.

Como citaba en un artículo anterior (Teletrabajo en tiempos de pandemia; ciberseguridad de los trabajadores) el teletrabajo no es algo nuevo si bien su implantación era hasta ahora muy reducida, como muestra el informe publicado en 2020 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), basado en la Encuesta de Población Activa, que revelaba que en 2019 las personas que trabajaban desde casa normalmente constituían el 4,8% de los trabajadores.

Si comparamos estos datos con los que proporciona una nueva encuesta de Eurofound (Eurofound (2020), Living, working and COVID-19, COVID-19 series, Publications Office of the European Union, Luxembourg.) realizada entre miles de ciudadanos europeos entre abril y julio de 2020, donde se indica que un 51,5% de trabajadores españoles lo hacían en casa en esas fechas, deducimos claramente que esta moderna forma de trabajar ha pasado de ser circunstancial a una práctica habitual que asegura en las circunstancias actuales la continuidad de las relaciones laborales así como de la actividad empresarial.

¿Teletrabajo o trabajo a distancia?

Es frecuente observar que habitualmente se utilizan algunos términos como sinónimos de teletrabajo razón por la cual estimo necesario definir claramente a que nos estamos refiriendo.

En España el teletrabajo es una modalidad de empleo reconocida por el RD-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia, el cual define claramente el teletrabajo como:

“aquel trabajo a distancia que se lleva a cabo mediante el uso exclusivo o prevalente de medios y sistemas informáticos, telemáticos y de telecomunicación”

Entendiendo como «trabajo a distancia» la forma de organización del trabajo o de realización de la actividad laboral conforme a la cual esta se presta en el domicilio de la persona trabajadora o en el lugar elegido por esta, durante toda su jornada o parte de ella, con carácter regular.

Es decir el teletrabajo es una forma particular del trabajo a distancia donde el trabajador lleva a cabo su tarea a través de medios y sistemas de las Tecnologías de la información y comunicaciones (TIC).

Sin embargo dado que el propio RD (artículo 22) faculta a las compañías a «adoptar las medidas que estimen más oportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento por la persona trabajadora de sus obligaciones y deberes laborales», incluyendo «la utilización de medios telemáticos» se deduce que, a diferencia de aquel, en el teletrabajo puede haber un control o supervisión de las labores por parte de la empresa.

Ventajas e inconvenientes

El considerable aumento del teletrabajo causado por la declaración de la pandemia ha provocado un cambio en el entorno laboral cuyas ventajas son innegables, tanto para los empleados como para los empleadores, e incluso para el medioambiente, pero lógicamente también presenta inconvenientes.

En este apartado expongo una síntesis de algunos de los más importantes pros y contras que se deducen de la experiencia de un año de confinamientos masivos incluyendo también los que ya se habían percibido antes de la pandemia.

Entre las innumerables ventajas destacan las siguientes:

  • Para los empleados:

    • Entorno de trabajo más confortable o agradable,
    • Autonomía; percepción de mayor libertad,
    • Gestión del horario y del tiempo de descanso,
    • Mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar,
    • Desplazamientos; reducción de estrés, tiempo, gastos, …
  • Para los empleadores:

    • Reducción de costes (locales, energía, desplazamiento, ..)
    • Menor absentismo laboral,
    • Mejora de la productividad, continuidad del negocio, …
  • Sociales y económicas:

    • Reducción del transporte, reuniones, etc., y consecuentemente de la contaminación.

Por su parte los inconvenientes no son menores, entre ellos:

  • Para los empleados:

    • Aislamiento social; ausencia del contacto humano,
    • Pérdida del trabajo en equipo,
    • Potencial interacción entre la vida profesional y la familiar,
    • Monotonía y sedentarismo,
    • Falta de motivación,
    • Temor a caer en el olvido por la empresa,
    • Mala gestión del tiempo, riesgo de hiperconectividad,
    • Riesgos laborales: físicos, ergonómicos, …
  • Para los empleadores:

    • Menor control sobre las tareas, productividad, …
    • Menor implicación de los empleados,
    • Dificultad de control a distancia,
    • Dificultad de formación de los empleados,
    • Incremento de gastos (tecnológicos, material, …)
  • Sociales y económicas:

    • Aumento de la brecha digital entre los que pueden o no acceder a la tecnología.

¿Y después de la pandemia….?

En las circunstancias actuales es difícil predecir cómo se comportarán los múltiples trabajadores que han debido incorporarse al teletrabajo cuando se supere la pandemia. Previsiblemente muchos de ellos decidirán continuar haciéndolo, pero también es de esperar que un elevado porcentaje quiera volver a la situación anterior.

Parece evidente que la incorporación o vuelta a la normalidad no se producirá de forma inmediata ni rápida, sino sucesivamente, pero incluso en el caso de que se diera por finalizada la pandemia, lo cual actualmente no parece se decida pronto, la vuelta al trabajo deberá ser de forma controlada.

Asimismo, es posible estimar, casi con seguridad, que los porcentajes de teletrabajadores serán muy superiores a los de antes de la pandemia lo cual obligará a replantear comportamientos anteriores, diseñando un nuevo escenario donde armonizar tanto la forma de trabajar como la de conciliar la vida laboral con la personal adecuando prácticas y comportamientos, normativa y legislación.

Un factor a considerar es que ni todos los puestos de trabajo son aptos pata el teletrabajo ni, mas importante si cabe, tampoco todas las personas lo son. En consecuencia, el escenario deberá basarse en un modelo mixto o híbrido donde unos trabajadores llevan a cabo su tarea en los locales de su empresa u organización mientras que otros lo hacen en su domicilio

Como habitualmente concluyo con una reflexión:

La pandemia obligó a adoptar el teletrabajo de forma súbita, sin estar preparados para ello; desde entonces la tendencia ha ido, e irá, en aumento, confirmando que no parece que haya vuelta atrás: ha crecido para quedarse.

En consecuencia, es necesario adaptarse, de forma ordenada pero rápida, lo cual, entre otras cosas, implica insistir una vez mas en la necesaria transformación o adaptación digital de empleados y empleadores.